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  • Writer's pictureAcademia Kairós

En Contexto #6: Ojalá que sí


¿Qué viene primero: la acción o el pensamiento?


Como toda cuestión filosófica esta pregunta no tiene una respuesta final. El campo de las ideas y las acciones están íntimamente relacionados aun cuando sean distintos y distinguibles entre sí. En la política esta tensión entre acción y pensamiento es esencial. Allí las ideas son acciones; modos de vida o prácticas. La política es teórica y práctica; en esta esfera las ideas literalmente se convierten en formas de vida con otros.


Otra de las razones que explican por qué esta pregunta no tiene respuesta final es que las ideas son históricas. Los conceptos viven, mutan y se construyen en el tiempo. Las ideas que motivaron a los revolucionarios franceses cuando proclamaban libertad, igualdad o fraternidad son muy diferentes a lo que hoy entendemos por ellas. ¿Libertad de qué? ¿Igualdad para quién? ¿Fraternidad entre quienes?


Kathya Araujo, socióloga y directora del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), es una de las pensadoras contemporáneas más importantes a la hora de reflexionar sobre el concepto de autoridad. Su libro El miedo a los subordinados del 2016 es una obra indispensable para quien desee comprender qué es la autoridad en el siglo XXI en Chile.



Kathya Araujo, socióloga y directora del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA)


El libro publicado tres años antes del estallido social hoy es casi profético y ha obligado a la autora a repensar y a recontextualizar su investigación para responder a un “nuevo Chile”. ¿Qué significó el estallido? ¿Fue una revuelta contra la autoridad? ¿Qué hacemos con esta figura después del 18-O? ¿Debemos restituirla? Las preguntas son miles.


Uno de los aspectos cruciales que Araujo revela en su libro es que, ya en el 2016, la autoridad era una figura difícil de ejercer y cuya incomodidad se revelaba, principalmente, en el cruce entre generaciones. En definitiva, hoy muchos sectores jóvenes aspiran a una horizontalidad en el trato que choca con esquemas tradicionales de verticalidad. Esto en ambientes familiares, laborales o políticos.




Este conflicto, considera Araujo, se ve manifestado en la prevalencia de leer la sociedad desde la clave de la dominación. La autoridad es pensada únicamente como algo que nos impone su yugo y del que debemos de liberarnos. Esta mirada que ve en la autoridad la figura de la dominación no es falsa, pero sí míope. Esta lectura “produce un mundo homogéneo que no existe. ¿No existe la dominación? Existe, por supuesto, pero la vida social es más plástica, más elástica.”.


La vida social está llena de grises aun cuando no queramos verlos. Y esa miopía finalmente cuesta muy caro.


La metáfora del “despertar de Chile” para describir al estallido social tiene algo de verdad. Sí, fue un golpe contra esa miopía que por muchos años metió la basura bajo la alfombra y permitió abrir conversaciones sobre temas olvidados. El conflicto abrió un espacio. La cuestión es ¿cómo aprovechar ese espacio? ¿Qué hacemos después del conflicto?


¿Cómo logramos aprehender esos grises y avanzar desde, en contra y/o más allá de la lectura de la dominación? ¿Cómo vamos a (d)escribir a nuestra sociedad en el futuro?


Baruch Spinoza, filósofo racionalista del siglo XVII


“No sabemos lo que puede un cuerpo colectivo” responde Diego Tatián, filósofo argentino, parafraseando a Baruch Spinoza en su libro Spinoza disidente. No sabemos lo que podemos hacer juntos, pero quizás de eso se trate la democracia, de descubrirlo. “Democracia [designa] el desbloqueo, la autoinstitución, la generación de cosas nuevas, la desalienación y la liberación de una fuerza productiva de significados (...); el efecto de un trabajo por lo común que nunca es algo dado sino un descubrimiento y una creación” (p.71).


¿Será la convención constituyente el espacio para crear esto en común? Ojalá que sí.

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